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PRESENTACIÓN

 

En la pasada primavera recibimos en Albacete una nueva visita del representante de los venerables ancianos y ancianas de México: Inocente Morales Baranda, Teuctli. Los días que estuvo entre nosotros volvió a ofrecernos la oportunidad de convivir y de aprender con las enseñanzas de la tradición chichimeca. Así relata él una de sus primeras experiencias:

“En una fresca mañana de primavera, cuando apenas contaba quizás con 10 años de edad, mi madre, de nombre Agustina Baranda, se dio cuenta de que Inocente había abandonado su cama y se preparaba para ir a la escuela aunque, en ese momento, le sobraba tiempo. Mi madre me llamó y acudí de inmediato a su llamada. La saludé besándole la mano, costumbre de los nativos, y me ordenó que fuera a comprar dos litros de leche a la casa del señor Pedro Salcedo Baranda, primo hermano de mi madre.

Me entregó una jarra de cristal decorada con flores y, al mismo tiempo, una moneda de 50 centavos. En aquel tiempo un litro de leche sólo costaba 20 centavos.

De la casa del señor Pedro Salcedo hasta donde nosotros vivíamos había como un kilómetro de distancia, pero como a medio kilómetro vivía una señora de nombre Sebastiana, famosa sanadora y conocedora de las plantas medicinales.

Justo cuando iba pasando junto a su casa, una casa humilde de madera techada con chacate, escuché la voz de un señor llamado Pedro Revilla. Ellos estaban conversando y, al oírlos, me quedé un instante allí de pie, escuchando esa conversación entre ambos, que me pareció muy interesante, olvidándome del mandado. Con cada palabra que mencionaban me transmitían algo parecido a la esencia de las flores.

Escuchaba la voz de los sanadores y me parecía estar recibiendo un regalo inolvidable. Era como si alguien te ofreciera una prenda calentita en tiempo frío.

Llegué tarde a mi casa con los dos litros de leche, por lo que mi madre me reprendió muy duro, justo castigo, y ella me dio un jalón de orejas, ya que era tarde para ir a la escuela.

Aquella mañana había encontrado a dos maestros. Aunque debo decirles que mis dos primeros maestros fueron mis padres y, después, los que acabo de nombrar.

Así aprendí de estos dos maestros de la sanación tribal. Aprendí que la naturaleza lo es todo, su enseñanza no tiene límite, es inalcanzable y a la vez alcanzable. Alcanzable cuando accionamos despiertos, llenos de luz; inalcanzable cuando permanecemos en estado de coma, vacíos, en la oscuridad.”

Esperamos que a través de sus enseñanzas podamos todos accionar despiertos.

Muchas gracias a todos.