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LA MUERTE INTERIOR
Dedicado a Fernando González Marquina

 

la muerte interior nos sobrepasa
nos pesa nos castiga
es la única muerte indigna
la otra muerte
la de nuestros huesos
no deja de ser vida
no seremos cenizas raíces
seremos raíces de higueras
alas de pájaros y quién sabe
posiblemente seguro sonrisas
de los que disfrutaron con nosotros
una historia un cuento
una celebración quimérica
el canto de una guitarra
un viaje en autobús
un camino
un vino en una mesa sencilla
una noticia esperada un sueño
un beso un abrazo una caricia
de pieles ansiosas de pieles
o de dudas ansiosas de compañía

pero la muerte interior la culpa
el remordimiento la tristeza
los desproporcionados golpes de pecho
la autoflagelación sin sentido
nos sobrepasan
son la misma muerte indigna
la única muerte casi definitiva

el amor y la sonrisa no
no son muerte
ni el recuerdo de la ternura
ni el de la merienda ofrecida
ni el de las cenizas en la tierra

el amor como la sonrisa
hablan por sí solos
no precisan materia
el recuerdo de la ternura no precisa átomos
es la física de la delicadeza
y las cenizas nunca fueron ni serán polvo perenne
sino una chopera junto al río
un juncal junto al lago
o el génesis de una melodía
o de un poema que alguien cantará

por eso pues cantadme cuando me muera
cuando presintáis que vuelo
o veáis la espiga de la atocha
cantad que os quise y me amasteis
que fui humano con vosotros
y me acariciaron vuestras manos

y si alguna vez me equivoqué
o sentís que errasteis conmigo
no os muráis con mi materia
no permitáis vuestra muerte interior
haced sonar las guitarras
y cantadme como siempre
para que renazca entre las rosas


 

Pascual López Sánchez
Médico