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Curar con Arcilla: Heridas y Golpes

 


La tierra, como una madre, da su cuerpo para que los seres vivos obtengan su alimento y medicinas, y cuando se acaba la vida vuelve otra vez el cuerpo físico a la tierra, que lo genera y lo regenera en su infinita trascendencia.

Con el sol, el aire y el agua, la arcilla capta los principios vitales y constituye un poderoso agente renovador de los tejidos.

En la antigüedad las personas ponían su confianza en la arcilla. Ahora, grandes naturópatas alemanes como Kneippkuhn, Felk y otros han contribuido a colocarla de nuevo en el puesto de honor que le corresponde, dentro del cuadro de los tratamientos naturales, de los que Mahatma Gandhi fue gran defensor.

La arcilla está provista de una infalible “inteligencia de la naturaleza”: solo destruye lo que está dañado, enfermo, nocivo, pero no los elementos regeneradores. Por ello, en los tejidos de las heridas y llagas tratados con ella se reconstruyen células aisladas y pueden reproducirse en los elementos estructurales que caracterizan un órgano.

La arcilla obra con discernimiento, impide la proliferación de microbios o bacterias patógenas, y favorece la sana construcción de células.

La arcilla se aplica sobre heridas abiertas, aunque estas sangren, y en golpes dolorosos cuando están inflamados. Se aplica directamente sobre la carne, dejándola pegada a la herida o la contusión, sin manipularla mucho con la mano ni alisarla para que no pierda su porosidad y se vuelva impermeable, mermando sus propiedades de absorción. Tampoco es necesaria una gasa entre la arcilla y la piel: la cataplasma se adhiere peor y consiente la infiltración de aire que puede provocar el debilitamiento de los efectos beneficiosos de la arcilla.

Se debe repartir equitativamente en la zona que se aplica. También se puede aplicar arcilla en polvo en un corte que sangre o herida para cortar la sangre y a continuación la cataplasma. Pueden aplicarse hojas de col encima del emplasto para que este no se seque tan rápido y porque también cura. Se puede también machacar una hoja de col y aplicarla directamente. Esto puede ser alternado con la cataplasma de arcilla.

La arcilla se debe aplicar frían en la herida. Una vez que ha cumplido su misión, se despega por sí sola del cuerpo y hay que volver a poner otra y todas las que sean necesarias hasta que quede curada la herida o contusión.

A pesar de que me suelo asesorar en los tratamientos que aparecen en el libro La arcilla para sanar, de RAYMOND DEXTRERT, y otros, estos tratamientos que recomiendo están todos experimentados por mí, en mí misma y en otras personas que he tratado. En todos los casos han respondido muy bien a la terapia.


Casas de Arcilla, Burkina Faso. Acuarela de Miguel Barnes


Ángeles Caerols
Auxiliar Técnico Educativa. Jubilada